sábado, 18 de febrero de 2017

PRIVILEGIOS




Estoy bastante cansada de que la gente de mi entorno, incluída mi madre, diga  que tengo la suerte de tener trabajo. Y se debe a que soy empleada pública.

Digo empleada pública porque, dentro de la función pública, muchos tipos de funcionariado. En mi caso no soy funcionaria, soy estatutaria.

Y eso ¿cómo se explica?. Aparentemente, somos como funcionarixs pero sin todas las ventajas que se han ido consiguiento a lo largo de los años, y nos regimos por un estatuto especial. 

Existen muchas clases de funcionarxs interinxs, de carrera, contratadxs laborales fijos, contratadxs aborales temporales, en fin….El caso es que las personas que trabajamos en la función pública hemos pasado de ser unas pringadas mileuristas en la época de las vacas gordas, aguantando el tipo como hemos podido, sin casi llegar a final de mes, a ser privilegiadas porque tenemos un empleo fijo en época de crisis. Y no lo voy a negar en estos tiempos, y en mi caso, a partir de cierta edad se agradece. Sin embargo este hecho es lo que nos hace ser vistos como parte del problema, por ello nos hemos convertido en moneda de cambio para que los gobiernos nos fustiguen y la ciudadanía nos ataque. 

El tener un empleo más o menos estable permite a la personas tener parte de sus problemas resueltos pues se puede pensar en un futuro mejorando su formación e incluso plantearse cambiar de empleo si éste no le satisface. Es un de todo trabajador o trabajadora tener  cierta estabilidad y seguridad en su puesto de trabajo.

El caso es que los empleados y empleadas públicos de carrera no tenemos un contrato laboral, tenemos un título que nos es acredita para la función pública y su relación laboral con la Administración está regulada por el derecho administrativo.

En tiempos de la Restauración todos los puestos de la administración eran de libre designación, y recuérdese que había alternancia pactada entre liberales y conservadores, En esa época las decisiones que tomaba la función pública era tan vitales como el control presupuestario o la intervención del gasto. Esas decisiones se tomaban desde el partidismo, por lo que el clientelismo es la seña de identidad.

En la época que vivimos, con la corrupción, sobre todo en los ayuntamientos, una no puede imaginarse lo que habría sucedido si el funcionario que tiene que dar la aprobación técnica fuera directamente del partido gobernante.

Un funcionario o funcionaria sólo puede ser independiente si su puesto de trabajo no depende del partido de turno. Por lo que es un freno para los desmanes de la clase política en todos los niveles de la administración.

Casualmente, en este país, aquellos funcionarios  y funcionarias que han sido capaces de denunciar la corrupción, han sido apartados de sus puestos, sufriendo lo que se llama acoso laboral, o han estado en “el pasillo” o se les ha desprestigiando de forma sistemática para que éste renuncie 

Normalmente las personas que trabajan en la función oública suelen ser gente con un buen nivel de formación, en general superior a la media de los trabajadores para cada puesto de trabajo. Y aquí hay que contar también con dos razones. En primer lugar por el proceso de selección que se utiliza para la entrada de nuevo personal: las temidas oposiciones, por otro lado, por los planes de formación continua que la Administración ha llevado a cabo
 
Tan sólo debemos tener en cuenta que aprobar una oposición requiere de un gran esfuerzo de estudio sea cual sea el nivel del cuerpo al que se aspire. En los cuerpos de menor nivel jerárquico el problema es la terrible competencia por el desfase entre las plazas ofrecidas y el número de aspirantes y en las plazas de mayor nivel, la exigencia es máxima en cuanto a nivel de conocimientos especializados necesarios y en cuanto a la titulación exigida. En cualquier caso, independientemente del tipo de oposición que sea, el funcionario/a ha debido dedicar mucho tiempo al estudio y su nivel de formación de partida es muy superior al de trabajadores de otros ámbitos.

Todo esto lo cuento, porque parece que en este país no se ha superado la época de la Restauración, y si no somos nosotras, la función pública, quienes denunciemos estos clientelismos que todavía  se dan, en su mayoría en Ayuntaientos y Diputaciones, y seguimos haciendo el trabajo sin cuestionarnos absolutamente nada, no nos quedará nadie para podernos defender.


martes, 10 de enero de 2017

¿Qué hago yo aquí?






De un tiempo a esta parte la situación social está cambiando de forma muy apresurada, y ésta nos exige un cambio en nosotros mismo, en la forma de relacionarnos y movernos por nuestros entornos, en el contexto que nos rodea, nuestras ciudades nos ofrecen un inmenso abanico de posibilidades para poder llegar a asimilar lo que nos está sucediendo pero en muchas ocasiones no sabemos cómo aprovecharnos de esos recursos de los que disponemos, pues en la mayorìa de las ocasiones  no sabemos ni siquiera de su existencia.